(Presentado por Alexis Lima)
La única obra poética de Alfredo Espino esconde en su interior la pasión y la tristeza por la vida de un hombre que supo mirar el alma de los salvadoreños a través de las señales que regala la naturaleza a los libres y limpios del alma.
Espino ha sido considerado, desde su muerte el 24 de mayo de 1928, uno de los poetas más leídos y recitados de memoria entre gente de todas las edades.
Es que, como señala el escritor David Escobar Galindo, “El libro de Alfredo Espino se ha vuelto, con el tiempo, una especie de brevario sentimental y bucólico para los salvadoreños”.
Y mucho más que eso, la percepción de Espino sustrajo de la naturaleza los elementos necesarios para que vivieran eternamente en las 96 páginas de su único libro “Jícaras Tristes”.
“Jícaras Tristes” aparenta una lectura fácil; sin embargo, reúne la profundidad y la diversidad temática que atrae a todo tipo de lector. Espino se consagró para siempre en la literatura salvadoreña.
FRAGMENTO
LA ESTRELLA EN EL RIO...
Hora quieta. Ya torna a la salvaje
quietud del nido, el pájaro furtivo;
y allá por el ocaso de oro vivo,
la barca de la luz emprende el viaje...
¡Qué dorada penumbra en el paisaje!
y qué triste el mirar del buey esquivo...
Y qué lindo lo azul que está cautivo
entre el marco de rosas del celaje...
¡Qué regalada sencillez de vida!
Cómo se siente el alma recogida
a la caricia de la tarde que arde...
¡Y cuál se alumbra el pensamiento mío,
cuando en el lecho de cristal del río
miro temblar la estrella de la tarde!
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