lunes, 17 de octubre de 2016

CUSCATLÁN DONDE BATE EL MAR DEL SUR

(Presentado por Carlos Magaña)

El Salvador, tierra abatida por conflictos políticos, económicos y sociales. Refleja en sus entrañas dolor, injusticia y pobreza sin embargo a dado a luz a insignes hombres que a través de las letras han plasmado su  historia  con veracidad e imparcialidad. Manlio Argueta con su arte delineó y figuró la brutal realidad de su país, reflejando golpes de estado, guerras y represiones que el campesinado toleró, todo ello condujo al auge de la narrativa testimonial como el mecanismo de denuncia social. Dentro del cual Argueta incursiona con su obra “CUZCATLÁN DONDE BATE LA MAR DEL SUR” concibiendo una mezcla de la realidad y ficción. 

“Cuzcatlán donde Bate la Mar del Sur” es evidentemente una novela de gran esplendor y renovación intelectual dentro de la narrativa centroamericana. Que condujo con habilidad y destreza Manlio Argueta, ya que entre sus 285 páginas aproximadamente se cuenta una historia vivida de un país  pequeño; que no contaba con prosistas que expusieran detalladamente la atroz vida campesina. 

El máximo esplendor lo obtiene por medio de la cimentación de: un paralelismo entretejido línea por línea, un  ciclo generacional, una evidente lucha armada y una  problemática económica


Un paralelismo entretejido línea por línea


Enuncia la estructura compleja en la cual Manlio construye su estilo de novelista intelectual  ladino. Explorando la novela nos encontramos pasajes donde el juego del tiempo y espacio tiende a confundir nuestro pensamiento lineal, sin embargo este no nos permite desconectarnos de la idea central ya que la calidad de la obra nos entrelaza un tópico con otro,  conduciéndonos hacia un destino de comprensión y reflexión. El paralelismo es evidente porque desde el inicio  de la novela aparece   Lucía Martínez (Beatriz) narrando  en primera persona la historia, en este capítulo (Microbús a San Salvador, enero 9, 1981) “Beatriz” a través de un soliloquio nos sumerge someramente  a la trama, cargada de injusticias y pobrezas (Dicen que nuestro país es demasiado pequeño para que viva tanta gente. Un favor le hacen a la patria matando al que caen en sus manos (Argueta, 1986, pág. 11). A partir de esa narración se marca el inicio pero también el desenlace,  y la novela cuenta con Emiliano, Jacinto y Beatriz como narradores. 

Con el paralelismo,  el escritor Manlio Argueta dota a la novela centroamericana con una transformación narrativa. Redactada sutilmente desde su principio con el epígrafe constituido por un fragmento de la carta de Pedro de Alvarado dirigida a Hernán Cortés, está como el simulacro introductorio de lo  histórico y discursivo en el texto. A la vez “Cuzcatlán donde Bate la Mar del Sur” tiene una dependencia intertextual con Cien años de soledad, por el paralelismo que existe en cuanto al ciclo generacional, por la construcción de los hechos (guerras civiles) y asimismo en la repetición de nombres entre familiares Beatriz hija de Emiliano y Lucía de seudónimo Beatriz, hija de Jacinto.


El ciclo generacional


Constituye un pilar fundamental en la novela, esta forja una vía donde cada traviesa, es una generación que da lugar a cuantiosas situaciones de incertidumbre, dolor, pobreza, esfuerzos, maltratos, injusticia e ignorancia con todo ello Manlio Argueta, logra constituir y transmitir sus  pensamientos fervientes  en una sola y fundamentada idea principal. La cual consiste en exponer las situaciones atroces que su natal país se vio obligado a vivir.  El escritor presenta cuatro generaciones que consta de once personajes que son: el patriarca Macario, quien es el padre de Emiliano que se casa con Catalina y procrea a Beatriz, esta a su vez se une con Eusebio y da a luz a tres hijos: Pedro, Manuel y Jacinto; Jacinto forma su propia familia con Juana, con la cual engendra dos hijas: Toña y Lucia. 


Una evidente lucha armada


Este es un hecho que circunda alrededor de toda la obra  y, representa una denuncia clara hacia las injusticias que se cometían en contra de los campesinos que, por no contar con una educación,  eran expuestos a la voluntad del gobierno de la época y se convertían en víctimas de la represión. El  pueblo Salvadoreño, especialmente los del campesinado  vivían sometidos a los regímenes dictatoriales que el gobierno les  imponía, un ejemplo de ello es la Ley Marcial, esta ley consistía en que se les debía de disparar a todas las personas que anduviesen fuera de su casa después de las 6:30 p.m. estos abusos militares y políticos son los que  podemos notar en la obra, el autor recrea con ello acontecimientos de la guerra civil y la hegemonía de la orden militar en presencia de Emiliano, Pedro, Eusebio, Jacinto y toda su familia quienes se expresaban hacia los militares de la siguiente forma: “No hay nada más real que esas langostas de acero que despiden fuego y escupen muerte.” (Argueta, 1986, pág. 211) De esta manera, Manlio plantea los incidentes desde la voz de los personajes, denunciando la guerra civil entre el gobierno derechista y la oposición izquierdista. 


Una problemática económica


Engloba miseria y sufrimiento es aquí donde cada personaje vio la muerte con sus propios ojos “si tenemos hambre se nos quita al morir; nos matan si decimos que tenemos hambre”. De allí se denota el estilo de vida que conservaban ya que sus   actividades económicas no eran lo suficiente buenas para subsistir adecuadamente ellos se dedicaban al obraje, que consistía en el proceso del añil, cuyas emanaciones causaron la muerte de muchos salvadoreños. También se presenta  la de fabricación de piedras de moler más conocido como el metate, formada por lava de los volcanes. De igual manera se dedicaban a la venta de cerdos. Dichas actividades económicas se conservan por tradición, puesto que, Catalina y Emiliano trabajaron con añil en la producción de tinta, siendo ella la víctima de esta mortal labor; el trabajo con el añil ya lo había realizado Macario (patriarca de las generaciones), también comercializó con cerdos al igual que su bisnieto. Luego  Emiliano prueba suerte con el metate y las piedras de moler, trabajo que le sirvió para alimentarse modestamente; dicho trabajo fue el que heredó su hija Beatriz, su compañero Eusebio y las nietas de estos.    

Cabe destacar  que las primeras tres generaciones no contaron con educación, por tanto se dedicaron a labores campestres, evidenciado el autor con ello la crisis económica del pueblo cuzcatleco y de la misma manera la injusticia que el gobierno cometía en contra de los campesinos por su condición económica y social.

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